Una cronica mas de chus4x4:
Tras reunirnos en Ciaño para recordar a nuestro compañero Raul, entre los traileros allí reunidos surgió una mini ruta trail improvisada para llegar a casa antes de comer.
Jandro no lo tenía claro pues tenía prisa, pero rápidamente se dejó querer y decidió acompañarnos en parte de la ruta, unas pistas que nos llevan al Polio, y de allí él volvería a casa y nosotros seguiríamos ruta. Me recuerda el gracioso dicho de "bueno, pero la puntina nada más", juas juas juas.
Desde el mismo Ciaño tomamos unas divertidas carreterillas ratoneras guiados por Rodrigo, que nos hicieron tomar altura, llegando a la divisoria entre dos valles en la que empezaban las pistas.
Mientras recorríamos estas pistas íbamos disfrutando del paisaje que en Asturias tenemos.
Al cabo de un rato, la grava es sustituida por la tierra, donde realmente disfruto de las rutas trail...
Rodrigo con su Tiger. Hoy cambió la DR por la vaca gorda.
Y el menda con la AT
Enlazando pistas llegamos a la zona de Polio, ya un clásico entre nosotros, y verdadero dédalo de pistas.
Allí nos entretuvimos un rato.
Jandro con la GS
Por allí lo pasamos bien. Hubo una bajada corta, pero técnica que me moló mogollón y de la que evidentemente, no hay fotos. Tendré ir a po la cámara que JThysson y Llorea me ofrecieron para probar, y poder así ir grabando sin soltar el manillar. Van a salir vídeos muy chachis. Seguro.
Unas fotillas de la zona.
Nuestro colosal amigo.
Lo pasamos pipa.
Desde allí, la bajada hacia el valle del Turón "por lo malo conocido", pues aunque veíamos unos desvíos muy sugerentes, Jandro tenía ya prisa pues se retrasaba sobre lo previsto.
Cuando bajamos a la carretera general, paramos a despedirnos de Jandro. De paso Rodrigo y yo convinimos ir hastas la zona de La Vecilla, Cármenes, y los pueblos de la montaña leonesa, pero a Jandro le picaba el niki mogollón y cambió de planes: una llamada de teléfono y hale, al lío. Seguimos ruta!
Salimos a Mieres y cogemos la autopista para ganar tiempo y llegar antes a Campomanes. La lluvia arrecia.
Subimos hacia el puerto de Pajares, y en la zona de la Romía ya no veo el 4 ejes que descansaba volcado en la ladera de la montaña desde hacía mucho tiempo. Se ve que al final lo han rescatado.
Coronamos Pajares y decimos adiós a Asturias. Pasamos por Santa María del Puerto y su fresquísima fuente. Miro de reojo dos sugerentes pistas a las que les tengo ganas desde hace mucho.
Sigue lloviendo.
Y paramos a comer en Busdongo, en Casa Maragato, bar auténtico donde los haya, donde reponemos fuerzas en forma de queso, chorizo y jamón, siendo acompañados por unas rubias, jur jur jur.
Descansando y poniendo las impedimentas a secar y calentar.
Por cierto, no me acordé de decíroslo: las botellitas que se ven detrás vuestro contiene arena de playas de todo el mundo. Este bar se sale.
Mantelería de hilo fino, vajilla de fina porcelana china, cubertería de plata y cristalería de Bohemia. Todo un cinco estrellas.
En la pitanza.
Me moló mogollón el papeo, el ambiente, las charlas...
Al salir seguía lloviendo.
En este momento hago a Rodrigo una proposición indecente. Cambio de pareja.
Dicho y hecho.
Mis turgentes nalgas se apoyan con delicadeza en el asiento de la Triumph Tiger. Los pies buscan las estriberas, dispuestas racionalmente y, mis manos y brazos se amoldan a la cómoda postura del manillar mientras los ojos repasan y se acostumbran al nuevo cuadro de mandos.
Pulso start. Un dulce y afinado sonido del motor tricilíndrico que sube de vueltas con alegría llega a mis oídos.
También Rodrigo pulsa start. Un bronco rugido sale del tubo de escape de la África Twin, seguido de un grave ronroneo. Rodrigo me mira con esta expresión:
Arrancamos.
Me sorprende muy gratamente esta moto, muy cómoda, rutera donde las haya, y su fabuloso motor, con la suavidad de un tetra pero con el par de un bi, y que sube de vueltas y empuja con brío pero muy progresivo y noble.
Entra las curvas ella sóla a la mínima insinuación, y la suspensión lo suficientemente firme para darte aplomo pero sin por ello renunciar a la comodidad.
Aunque pobres para un uso intenso en off (evidentemente no es la filosofía de esta moto) pero suficientes para atreverse con pistas sin demasiadas pretensiones, las suspensiones de la tigresa me gustaron mucho, te sientes con mucha seguridad, y tremendamente ágil y divertida de llevar, en contra de la impresión que te da a primera vista por su voluminoso aspecto.
El ancho asiento es comodísimo, pero hace que tengas que separar mucho las piernas y llegar bien al suelo (para mi) es una utopía.
La protección es muy buena, tanto de las piernas como del pecho.
Llantas de radios de 19" delante y 17" detrás, con generosas gomas, seguro que permiten tumbadas mucho más allá de las que yo le llegaría a dar y absorber dignamente las irregularidades del asfalto.
Los acabados me parecieron de buena calidad.
Y el consumo medio que se le sacó me parece muy contenido: 6 litros a los 100 km.
Resumen: Moto perfecta para rutear, grandes viajes, disfrutar de carreteras reviradas e incluso te permite ciertas alegrías traileras.
Valoración: Excelente.
Bueno, después de este tocho digno de una revista más que de una crónica, seguimos:
En el tramo de Villamanín a Cármenes por La Velilla y Barrio de La Tercia disfruté como siempre, enormemente, en asfalto irregular, sinuoso y muy rizado. Territorio trail
Los paisajes por esta zona son espectaculares siempre, pero ayer, con nieve, neblina y agua a retrocer, los hacía mágicos.
Seguimos en dirección Valdeteja para salir a la carretera de Vegarada, pero recordamos que tenemos que repostar y damos la vuelta hacia Matallana de Torío.
Nunca me cansaré de recorrer estas carreteras. El tramo de las hoces de Vegacervera es impresionante.
En Matallana repostamos nuestras monturas, y volvemos a coger nuestras respectivas Rodrigo y yo.
Salimos hacia La Vecilla, y tras pasar este pintoresco pueblo, paramos a ver la cascada que desde el valle de Valporquero y atravesar la cueva que recibe el nombre del valle de los puercos, aquí se desploma al nivel del río.
Sobrecogedor. inenarrable.
Estuve muchas veces allí, y he visto esta cascada en diferentes estados. Pero como hoy nunca. El ruido ensordece, y entrar a la gruta se hace imposible porque el agua te hace daño en los ojos. Es como si te echan agua mediante una manga a presión. Sin bajar la visera del casco no puedes entrar. Allí con tanta agua acabó calándome la ropa. Pero mereció la pena. Intensísimo. Acojonante. Y de verdad. Porque ver esa masa de agua que casi te cae encima, realmente acojona. No pudimos sacar fotos, la cámara que tengo no es sumergible. Una verdadera pena.
Y seguimos rodando bajo la lluvia hacia el puerto de Vegarada.
Estamos totalemte empapados y a estas alturas ya empiezo a notar manos y pies entumecidos, pero estamos disfrutando de lo lindo. Rodrigo comenta que estos viajes son los que después recuerdas, y que hacer este mismo viaje con sol, no hubiese sido lo mismo. Y realmente es así.
Atravesamos los auténticos pueblos de Valdepiélago, Nocedo, pasamos por el desvío hacia Valdeteja (pasada de sitio), Tolibia, Luguero y Valdelugueros, Redipuertas... Estas zona la tengo pateada de cabo a rabo, es preciosa. Y tiene mogollón de variantes. Menudas acampadas por la zona que me tengo pasado.
El río baja cargadísimo de agua del deshielo y las abundantes lluvias. Todo un espectáculo en algunos puntos. Es una pena que no pueda haceros llegar las imágenes del desfiladero, de las cuevas negadas por el agua, de las impetuosas corrientes que formaban rápidos y remolinos, de los valles inundados... realmente un espectáculo inigualable.
Poco a poco vamos acercándonos al puerto.
A estas alturas de la película me temía que en la bajada hacia Rioaller hubiera barro, y con las vacas gordas y ruedas de carretera íbamos a pasarlas canutas. A ver qué pasa...
Al coronar el puerto, donde acaba el asfalto, hay una hermosa venta, pero por desgracia lleva años cerrada. Era un lujo poder parar allí a tomarte un caldito y entrar en calor, o picar algo.
Coño, empieza a nevar. Si llevas la visera cerrada, no ves. Si la levantas, la nieve te hace daño en la cara y los ojos, y se te hiela el careto. Solución: ir abriendo y cerrando cada poco. Por fortuna es sólo en al punto más alto, y según bajamos para.
El tiempo empieza a mejorar según bajamos y los paisajes siguen acompañandonos.
Aunque todavía nos encontramos con algún neverillo.
Y seguimos bajando. Afortunadamente la pista drena bien y no hay barro.
Que bonito...
Seguimos bajando. Una pista muy chula. Aquí se ve la filosofía trail. Creo que nunca tendré una moto que no sea trail.
Y ya casi abajo, un par de burrinos y una mula nos acompañan un rato en el camino.
Rodrigo decía... "son tres, tenemos uno pa cada uno!" Quería cambiar ruedas por pezuñas!
Y fin de tramo. Llegada a Rioaller.
Descansamos un poco y bebo de su fresca fuente.
Las monturas:
África Twin.
BMW F650GS
Triumph Tiger
Rodando por el desfiladero del río Aller.
Paramos en Casomera, donde nos despedimos, y ya del tirón hastas casa.
Un día más para no olvidar.
Gracias a Jandro y a Rodrigo por los buenos ratos que hemos compartido.
Moto, paisajes, Naturaleza, compañerismo. TRAIL.
Vssssssss,
Chus.
PD: Torpedos, pa otra vez llevad cámara de fotos!
Chus.
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